Organización promotora: Cooperación Comunitaria,
Ubicación: Municipio de Malinaltepec, Guerrero
País: México
Autoras: Isadora Hastings y Elis Martínez
Fotografía: Cooperación Comunitaria
Resumen: En septiembre de 2013 un violento meteoro azotó al occidente mexicano, especialmente a la región Montaña del estado de Guerrero. Ante la emergencia, Cooperación Comunitaria (CC) realizó donaciones en localidades que estaban incomunicadas y no habían recibido ningún tipo de ayuda. Fue entonces que algunas comunidades solicitaron nuestra colaboración para reconstruir las viviendas afectadas. En su primera fase, documentada en esta ficha, el programa se desarrolló en la comunidad de El Obispo, integrada por cerca de 250 personas hablantes del me’phaa (tlapaneco), aglutinadas en 92 familias, de las cuales 33 decidieron participar en la construcción de un edificio público (la biblioteca infantil), antes de emprender la construcción de sus propias viviendas. Además de recuperar y mejorar las técnicas tradicionales de construcción con adobe, el programa incluye una serie de acciones que apuntan hacia la recuperación y mejoramiento de prácticas relativas al manejo comunitario del territorio.
- Premio Razón de Ser 2015, en la categoría Hábitat Sustentable, otorgado por Fundación Merced y Kaluz.
- Finalista del Premio Mundial de Hábitat 2016 de la Building and Social Housing Foundation.
Hoy el trabajo de CC se extiende hacia un grupo de 34 familias de la comunidad de San Miguel, también perteneciente al municipio de Malinaltepec, donde se inauguró en mayo de 2016 la Casa de Medicina Tradicional.
DESPUÉS DE LA TORMENTA SE CONSTRUYE LA CALMA
En septiembre de 2013 un violento meteoro azotó al occidente mexicano, dejando un saldo de más de 200 muertos y al menos 230 mil personas afectadas. El huracán Manuel tuvo graves consecuencias para el estado de Guerrero, causando daños en vías de comunicación, viviendas, cultivos y se registraron muchas pérdidas de animales de granja. En la región Montaña de Guerrero, conformada por diecinueve municipios que concentran 85% de la población indígena del estado –pertenecientes a los pueblos Me’phaa, Nusavi y Nahua–, 40 mil personas se vieron afectadas. En tan sólo trece municipios de dicha región se registraron 3 mil 589 casas con fisuras o hundimientos, mil 315 viviendas arrastradas por deslaves de cerros y otras 297 arrastradas por ríos.
Recuento de daños: En la comunidad del Obispo, compuesta por 92 familias indígenas me’phaa, se registró la pérdida parcial de 26 viviendas, la destrucción total de 11 viviendas, daños severos en instalaciones escolares, destrucción de las milpas –que son la principal fuente alimentos como maíz, frijol, calabaza y quelites– así como la devastación de cafetales, árboles frutales y platanares que complementan la economía familiar. Además, la comunidad estuvo incomunicada durante dos meses a causa de los derrumbes que obstruyeron el camino hacia la cabecera municipal de Malinaltepec, hasta que los pobladores se organizaron para retirar la tierra con picos y palas.
A partir de esta catástrofe, la asociación civil Cooperación Comunitaria inició una serie de acercamientos y diagnósticos participativos en varias comunidades del municipio de Malinaltepec, que además de ser el más afectado por el huracán es uno de los más pobres a nivel nacional. De este proceso surgieron una serie de encuentros y acuerdos con autoridades comunitarias, en particular en la comunidad El Obispo, donde un grupo de mujeres se dio a la tarea de promover el lanzamiento del Programa de Reconstrucción del Hábitat en la Montaña de Guerrero. Además de la construcción de viviendas seguras, éste incluye una serie de acciones que apuntan hacia la recuperación y mejoramiento de prácticas relativas al manejo comunitario del territorio.
Dada la extensión geográfica de la comunidad y la dispersión de la población, se conformaron tres grupos de trabajo –centro, este y oeste– para realizar actividades en milpas y viviendas. En cambio, los talleres de capacitación se realizaron en la comisaría. En cada uno de estos grupos se nombró un representante encargado de la organización y la comunicación con Cooperación Comunitaria.
En materia financiera, la comunidad contribuyó en todas las etapas del proyecto aportando su mano de obra así como alimentos y alojamiento para los técnicos profesionales y los talleristas. Por su parte, Cooperación Comunitaria aportó en investigación y coordinación de actividades, así como en la gestión de importantes recursos monetarios provenientes principalmente de dos fundaciones nacionales: Fundación Merced y Compartir Fundación Social, la cual comprometió un fondo especial para Guerrero ante la emergencia suscitada por los huracanes Ingrid y Manuel. Las empresas Grupo XAXENI y Grupo SAI han apoyado, respectivamente, con asesorías para el diseño e implementación de técnicas agroecológicas adaptadas al lugar y con pruebas sísmicas del prototipo de vivienda de adobe reforzada. Asimismo, la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco (UAM-X) prestó sus instalaciones para la realización de pruebas de resistencia de adobes, tierras y pajadobe de distintas comunidades. Por otra parte, el Instituto Nacional de Desarrollo Social brindó un pequeño financiamiento destinado a la autoconstrucción de un modelo de vivienda reforzada para uso comunitario.
ESTRATEGIA Y DESARROLLO DEL PROCESO
El programa busca que las comunidades estrechen los lazos con su territorio, asuman el cuidado del medio ambiente y aprovechen tanto los recursos materiales que yacen en la montaña como los saberes tradicionales que conservan sus habitantes. Dicho de otro modo, se trata de favorecer la reapropiación de los medios de producción y reproducción de las comunidades de tal forma que puedan enfrentar con mayor seguridad los fenómenos naturales y las políticas no tan naturales de erradicación de la economía campesina. En este sentido, se distinguen dos grandes líneas estratégicas.
El programa contempla distintas áreas de trabajo –territorial/ambiental, productivo y sociocultural–, dentro de las cuales se desarrollan proyectos integrales e interdisciplinarios que son financiados por diversas instituciones y fundaciones. Aunque Cooperación Comunitaria funge como administrador y gestor de los recursos, su labor primordial consiste en facilitar los procesos, procurando la discusión entre los participantes y que la toma de decisiones se asuma por parte de la comunidad. Efectivamente, la asociación se coordina con las autoridades locales, con el comisariado de bienes comunales (que vela por los recursos de uso común), los comités de trabajo emanados de la asamblea y con la comunidad en general, intentando equilibrar la participación de tod@s y así fortalecer el tejido social. Además, la asociación participa en las asambleas relativas al programa, en las cuales se definen las actividades, se planean los tiempos y se capacita a promotor@s para que el proceso continúe una vez que Cooperación Comunitaria haya concluido el acompañamiento en los proyectos.
1.- Entrelazar saberes tradicionales y adaptar nuevas tecnologías
En todos sus componentes, el programa se desenvuelve mediante talleres teórico-prácticos que recuperan y enriquecen los conocimientos tradicionales, gracias al diálogo abierto entre la comunidad y los técnicos de distintas ramas profesionales. Teniendo como punto de partida la necesidad de evaluar las causas de los deslaves ocurridos durante el huracán, se realizó un análisis geológico que condujo al mapeo de las viviendas y los cultivos en situación de riesgo. Este esfuerzo se logró gracias al apoyo de una geóloga de la Universidad Autónoma de Guerrero, que además impartió talleres para el reconocimiento y prevención de riesgos.
Reconocer el riesgo: Con el plano de riesgos por deslave, aunado a los talleres de capacitación y reconocimiento de fragilidades geológicas en campo, se espera disminuir la vulnerabilidad de la comunidad.
Por otra parte, imperaba la necesidad de recuperar las áreas de cultivo destruidas por las fuertes lluvias de 2013. Atendiendo esta cuestión, un equipo de biólogos e ingenieros agrícolas se dieron a la tarea de hacer un análisis de suelos y condiciones climáticas para evaluar los rendimientos productivos, así como las técnicas de cultivo empleadas por la gente. De este modo se identificó que la rosa, tumba y quema en zonas empinadas, así como el uso de plaguicidas químicos, estaban propiciando la pérdida de suelos e incrementaban la posibilidad de deslaves. Efectivamente se implementaron talleres de agricultura orgánica enfocados en la elaboración de compostas y biofertilizantes, y se evaluaron distintas técnicas para la retención de suelos.
Recuperar el bosque: La deforestación es la principal causa de erosión y deslaves. Por ello se realizó un taller sobre la importancia de mantener la cobertura forestal y se hicieron actividades de reforestación con especies endémicas, empezando por las zonas estratégicas como laderas y cabeceras de cuenca.
En el ámbito de la salud y la nutrición, se hizo un diagnóstico para conocer los hábitos alimenticios de la población, que arroja una disminución en la producción de los cultivos de autoconsumo y un aumento en el consumo de alimentos procesados; de igual manera se observa el desplazamiento de la medicina tradicional por la alópata. Siendo que estas tendencias permean en toda la región, Cooperación Comunitaria impulsó la realización de talleres y discusiones en torno a la soberanía alimentaria y medicinal en distintas comunidades. Posteriormente, se logró generar un taller regional de intercambio de conocimientos en plantas medicinales.
Recuperar la milpa: Para combatir el uso generalizado de agrotóxicos hicimos talleres de agricultura orgánica (elaboración de fertilizantes y repelentes naturales), siembras comunitarias de maíz y talleres reflexivos sobre la importancia cultural y nutritiva del maíz criollo.
En estos encuentros intercomunitarios los habitantes de otros pueblos pudieron descubrir las tecnologías puestas en marcha por la gente del Obispo, entre las cuales destacan las estufas ahorradoras de leña (Patsari).
Ahorrar recursos: Las estufas ahorradoras de leña contribuyen a disminuir la deforestación y a mejorar la salud familiar, que se ve afectada por los fogones abiertos. En El Obispo se construyeron 31 estufas Patsari, incluyendo cada una un tanque de 20 litros de agua que se calienta mientras se cocina. La gente dice que ahora es más fácil que los niños se bañen porque tienen agua caliente.
Aunque pasado el huracán la principal necesidad era la reconstrucción de las viviendas, el proceso se retrasó debido a que la época de lluvias comenzó antes de que llegaran los recursos financieros. Sin embargo se aprovechó este tiempo para elaborar un diagnóstico sobre las causas y afectaciones que sufrieron las viviendas de adobe. Además, se hicieron pruebas de resistencia de materiales en la UAM-X, se experimentaron técnicas de aislamiento térmico orgánico para los techos de lámina y se elaboró un manual de autoconstrucción en adobe reforzado, traducido al me’phaá.
Análisis de esfuerzos: Tras numerosos estudios de resistencia sísmica y contra vientos fuertes, CC presentó propuestas económicas, adaptadas a los materiales existentes en la región y conformes a los gustos de la gente.
Una vez pasadas las lluvias de 2014, comenzamos la construcción de un centro comunitario de 75 m2, concebido como un prototipo para las futuras viviendas. En la elaboración del adobe, las mujeres se encargaron de la recolección y molienda del estiércol de burro, mientras los hombres sacaban la tierra, hacían la revoltura y la ponían en moldes. Los trabajos duraron menos de dos meses y permitieron la capacitación integral de tres promotor@s comunitarios, que ahora son expertos en construcción reforzada y participan en la asesoría para la construcción de 20 viviendas nuevas y el reforzamiento de otras trece.
2.- Fortalecer las instituciones comunitarias
El modelo de trabajo que persigue Cooperación Comunitaria es diametralmente opuesto a la forma de trabajar del gobierno federal, el cual individualiza los apoyos, promueve modelos alimentarios y arquitectónicos ajenos a la región, sectoriza su acción y evade las asambleas comunitarias. Por el contrario, la asociación civil considera que el respeto y fortalecimiento de las instituciones locales es un factor de éxito y sustentabilidad a largo plazo. Dicho propósito se ha logrado gracias a la formación de promotores locales pero también al establecimiento de reglas y acuerdos claros.
Desde un inicio, a modo de disipar la desconfianza generada por experiencias previas, se elaboró una carta compromiso que fue firmada por ambas partes –la asociación y la autoridad comunitaria– con la finalidad de hacer manifiesta la disposición y el compromiso para la concreción del trabajo conjunto. Durante el desarrollo del programa también se planteó la necesidad de elaborar un reglamento de trabajo comunitario con la finalidad de establecer un consenso sobre la mejor forma de dar cumplimiento al proyecto. Los puntos de dicho reglamento fueron definidos por la comunidad, y los participantes lo firmaron de común acuerdo.
Toma de decisiones: Cada aspecto del programa se revisó en la asamblea comunitaria. Algunas reuniones se prolongaron hasta por 7 horas, ya que cada punto expuesto en castellano por los asesores debía ser traducido al me’phaá. Las cuestiones internas más complejas se discutieron sin la presencia de CC. Cabe mencionar que el involucramiento del comisariado de bienes comunales, que vela por los recursos de uso común, facilitó el aprovechamiento de materiales locales como madera, piedra, arena y grava.
Otro componente estratégico del programa consiste en la identificación y formación de promotor@s comunitari@s, que son los beneficiarios que demuestran mayor entusiasmo, desean aprender las técnicas productivas y/o constructivas y manifiestan interés por reproducir los aprendizajes en otras comunidades. Durante los procesos constructivos, se les pagó un apoyo simbólico por realizar tareas especializadas (construcción de los cimientos, cerramiento, colado de pisos) y actualmente ya pueden supervisar este tipo de viviendas reforzadas de adobe. Dicho incentivo económico sirve para potenciar el talento de estos “líderes natos” que ya tienen cierto peso moral por su participación en mayordomías y su implicación en distintos cargos comunitarios. En los talleres, los promotores realizan propuestas y aportes prácticos encaminados al beneficio común. Por todo ello, no es casual que en 2015 varios de ellos hayan sido elegidos para los cargos de la Comisaría.
OBSTÁCULOS Y LOGROS
El arranque del programa tuvo dificultades tanto técnicas como sociales. En primer lugar, la falta de información ambiental orientada a la medición de riesgos y la ausencia de personal capacitado en estos rubros por parte de Cooperación Comunitaria, complicaba la realización del diagnóstico. Afortunadamente, se logró involucrar a una experta en geología y a un ingeniero forestal que realizaron aportes cruciales para disminuir la vulnerabilidad de la comunidad del Obispo.
Por otro lado, no fue fácil establecer relaciones de confianza entre la asociación y la comunidad. Durante los primeros meses surgieron suspicacias en las asambleas debido, en buena medida, a los malos antecedentes de trabajo con instituciones externas, públicas y privadas, que no habían cumplido con lo prometido o que incluso habían engañado a la gente. A esto se sumaban las rivalidades y los conflictos internos que a menudo frenaban el desarrollo de las asambleas. Aunque algunos problemas interpersonales persisten, se ha logrado superar la desconfianza gracias a la generación de acuerdos claros, la definición de responsabilidades y la obtención de resultados positivos para unas 400 personas, incluyendo beneficiarios de tres comunidades aledañas. Entre los principales logros:
- Se contribuyó a disminuir la vulnerabilidad en las viviendas y cultivos a través de la identificación de los riesgos por deslave y la elaboración de un mapa de riesgos.
- En las parcelas experimentales dedicadas a este esfuerzo, se logró duplicar la producción anual de maíz, restaurar los suelos, liberarlos de agroquímicos y evitar el desmonte.
- En el proceso de enseñar-haciendo, la comunidad se dotó de un centro comunitario y una biblioteca infantil. Posteriormente, se construyeron y reforzaron un total de 33 viviendas de adobe (20 nuevas y 13 reforzadas), adecuadas a las condiciones geológicas, climáticas y culturales de la región. Además, la comunidad ya cuenta con tres promotor@s capacitados en estas técnicas constructivas.
- Hasta ahora se han fabricado 31 estufas ahorradoras de leña.
- Gracias a los talleres de salud y nutrición, se está revalorando la medicina tradicional y se recuperan los buenos hábitos alimenticios.
Iluminación natural: Los muros interiores están recubiertos con pintura blanca hecha en la comunidad a base de cal, con lo que se tiene una mejor iluminación y se previene la invasión de insectos.
Ahora bien, cada uno de estos rubros ha tenido aciertos y desaciertos. En materia agrícola, por ejemplo, no ha sido fácil generalizar las prácticas agroecológicas debido a los altos insumos de trabajo humano que éstas implican. De igual forma, las tareas de reforestación han sido vistas como innecesarias, puesto que se considera que los pinos endémicos se reproducen por sí solos. Pocos promotores comunitarios entienden que para que esto ocurra, se debe frenar la erosión, restaurar los suelos y adaptar las prácticas de rosa, tumba y quema a los ciclos necesarios para la recuperación ecológica.
En materia de vivienda, el programa se enfrentó a situaciones económicas delicadas. Al trabajar con gente de muy escasos recursos, a veces en situación de pobreza alimentaria, fue muy difícil conseguir que cumplieran con sus aportes mínimos de dinero, y dos familias afectadas por el huracán estuvieron a punto de quedar fuera del programa: no tenían dinero y al ser personas mayores no podían ofrecer mucha fuerza de trabajo. En este caso Cooperación Comunitaria cubrió sus aportaciones y pudo facilitar el proceso para autoproducir una vivienda nueva. Por otro lado, a pesar de la extensión y la accidentada topografía de la comunidad, que complican el traslado de materiales, se obtuvieron varios logros gracias al trabajo solidario de muchos habitantes.
Finalmente, otro tipo de complicaciones tiene que ver con el cumplimiento de los tiempos establecidos para la realización de las obras. Aunque la programación de la actividades contemplaba el calendario de fiestas, el equipo asesor no siempre dimensionó el esfuerzo social involucrado en la preparación de fiestas patronales o en la cosecha de café. Durante la mitad del mes de diciembre, por ejemplo, la gente dejó de trabajar en la construcción del centro comunitario para dedicarle tiempo a sus fiestas y sus familias, por lo que se tuvieron retrasos en los talleres y la ejecución de obras. Desde luego, con el paso de los años, Cooperación Comunitaria ha aprendido a ajustarse a las actividades y los ritmos comunitarios, tan necesarios para la reproducción social como el propio Programa Integral de Reconstrucción del Hábitat. Las experiencias que ahora conduce en otros pueblos integran estos aprendizajes.
VALORACIONES DEL PROCESO
Para la comunidad Colonia del Obispo, esta es la primera vez que se presenta la oportunidad de trabajar en un proyecto integral definido colaborativamente, ya que por lo general los apoyos del gobierno han sectorizado las acciones contra la pobreza, desvalorizando las tradiciones culinarias de los pueblos y mermando antiguos mecanismos de trabajo colectivo tales como el tequio. Por el contrario, en todos los componentes de este proyecto, los habitantes se involucraron en labores comunitarias que fortalecen el tejido social, contribuyen a una mejor comunicación y producen una notoria disposición a colaborar entre vecinos.
Cooperación Comunitaria ha propiciado el involucramiento de los habitantes de tal forma que hoy asumen responsabilidades en el desarrollo del proyecto, plantean dudas e inquietudes y realizan aportes técnicos y teóricos en las distintas actividades. Dicho de otro modo, la comunidad se muestra exigente, crítica, y se esfuerza por acceder a la información y compartirla para tomar decisiones adecuadas en conjunto.
En este sentido, el objetivo de disminuir los riesgos por deslave se ha cumplido gracias a la colaboración científica, pero también gracias a la circulación de la información entre los vecinos, a los acuerdos alcanzados por la asamblea y a las obra de reforzamiento de viviendas y conservación de suelos emprendidas de manera colectiva. Es por ello que el programa representa un aporte significativo para avanzar hacia una política de prevención de riesgos que tome en cuenta los factores ambientales, económicos y culturales de la vulnerabilidad, y sobre todo, que involucre a las comunidades en la definición de sus propias estrategias para enfrentar el riesgo de manera informada y consensuada.
Esta experiencia se presenta como una anomalía dentro del modelo de desarrollo vigente, que promueve la erradicación de las formas de vida campesinas e indígenas, la concentración poblacional y la eventual ocupación de los territorios así liberados por la industria extractiva. Por el contrario, lo que se busca en el programa integral que ahora se extiende hacia otras comunidades de la Montaña de Guerrero, es garantizar la seguridad de las personas y fortalecer su arraigo en el lugar. Así, mientras la cultura dominante genera desprecio, aquí se persigue el bilingüismo y se genera autoestima; mientras la macro-economía expulsa, se trabaja para que exista mayor cohesión social; donde las mineras exploran, se aplica una geología comprometida con la sociedad; mientras las élites promueven el olvido de los pueblos indígenas, la Montaña de Guerrero forma a su juventud.
Ahora bien, los efectos de este esfuerzo rebasan por mucho la escala local, en primer lugar porque la recuperación de las cabeceras de cuenca favorece a todas las poblaciones que se ubican río abajo. En segundo lugar, aunque nunca se planteó como uno de sus objetivos, el programa ha contribuido al rescate de la arquitectura vernácula, patrimonio vivo de la humanidad, que aún presenta muchas ventajas respecto a la vivienda convencional que se construye para los pobres. Finalmente, todo el trabajo invertido en la revalorización de las semillas criollas apunta hacia la conservación de especies de gran valor genético en un contexto de pérdida acelerada de biodiversidad y penetración de semillas transgénicas que ponen en riesgo la soberanía alimentaria de México y la salud de toda la humanidad.
Compartir el aprendizaje
Es de esperar que l@s propi@s beneficiari@s, satisfech@s de una o varias innovaciones tecnológicas adoptadas durante el programa, se encarguen de difundir los aprendizajes. De forma más sistemática, la vinculación directa que mantiene Cooperación Comunitaria con otras organizaciones que trabajan en la montaña, ha permitido diseminar la información en toda la región por medio de talleres, discusiones e intercambios de experiencias. Hasta ahora, se han realizado diagnósticos de daños en terrenos y viviendas en 30 comunidades y cada vez más los grupos locales que solicitan apoyo para la autoconstrucción de vivienda de adobe reforzado. En Paraje Montero, también se realizó un diagnóstico participativo de gestión de riesgos y desarrollo comunitario. En San Miguel, se han realizado talleres de nutrición y medicina tradicional, y en este año emprenderemos un proyecto integral con esta comunidad.
Además del trabajo en campo, Cooperación Comunitaria se ha encargado de difundir esta experiencia mediante diversas publicaciones, ponencias, participación en foros y en redes sociales. Junto con Cosechando Natural y con el apoyo de Nutrivida, se publicó un Manual para cultivo de maíz orgánico y otro Manual de elaboración de biofertilizantes, los cuales fueron distribuidos de manera gratuita en la comunidad del Obispo. Por otra parte, Cooperación Comunitaria elaboró un Manual de autoconstrucción de vivienda de adobe reforzado, en castellano y mephaá, con el apoyo de Fondo Compartir. La edición bilingüe fue distribuida de manera gratuita en el Obispo y otras comunidades.
Por su trabajo en Guerrero, la asociación recibió la Mención Honorífica en el certamen sobre Diseño de interés público, otorgado por Social Economical Environmental Design (SEED) con un jurado integrado por representantes de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Design Corps, Fetzer Institute y Basic Initiative.
PARA SABER MÁS…
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