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“LOS INDÍGENAS CONSTRUYENDO SUS CASAS”

Autor: Centro Operacional de Vivienda y Poblamiento A.C. – Copevi
Ubicación de la experiencia: Sierra Norte de Puebla, México

Este proyecto de Producción Social de Vivienda Indígena arranca en 2009 con dos antecedentes: el Centro Operacional de Poblamiento y Vivienda (Copevi) estaba realizando un análisis de la política nacional de vivienda y tenía un planteamiento para incidir en la forma en que los más pobres podían acceder a una vivienda adecuada; por otro lado, llevábamos dos años acompañando a la organización Comunidades Indígenas Unidas por la Defensa del Maíz y Nuestra Cultura (Ciudemac), con la cual se había elaborado un plan de trabajo para mejorar las condiciones de vida de la población, conservar el medio ambiente, preservar la cultura indígena y crear proyectos de desarrollo. Así surgió el proyecto Masewalme kin chiwa in kaliwa, que en castellano significa “Los indígenas construyendo sus casas”. Actualmente más de 600 casas han sido edificadas en 14 comunidades, adaptando cada una de ellas a las necesidades de las familias y echando mano de los materiales y los saberes propios de la región.

  • Ganador del Premio Nacional de Vivienda 2014 que otorga la CONAVI en la categoría “Producción Social de Vivienda Asistida Rural”.
  • Finalista del Premio Mundial del Hábitat 2014 que otorga la Building and Social Housing Foundation.

ANTECEDENTES Y CONTEXTO

La Sierra Norte de Puebla se eleva a más de 2,300 metros sobre el nivel del mar. Su clima es templado-húmedo con temperaturas que oscilan entre los 7 y 20 °C. Esta región es predominantemente rural y está conformada por 68 municipios habitados en su mayoría por grupos indígenas nahuas, totonacas, otomíes y tepehuas.

Poblamiento disperso en la Sierra Norte de Puebla, refugio de los pueblos originarios desde la colonia. Foto: Ciudemac.

Poblamiento disperso en la Sierra Norte de Puebla, refugio de los pueblos originarios desde la colonia. Foto: Ciudemac.

A pesar de sus riquezas naturales, las condiciones de vida en la Sierra son de pobreza y marginación: a la carencia en los servicios de salud se suma la falta de infraestructura educativa; la precariedad de las viviendas agudiza la vulnerabilidad de las familias que de por sí carecen de servicios básicos como energía eléctrica, agua entubada y drenaje. Asimismo, el pésimo estado de los caminos dificulta el acceso a las comunidades más retiradas, sobre todo en época de lluvias. Cabe también subrayar que, desde los años noventa, la eliminación de los programas de apoyo al campo, la caída de los precios de los productos agrícolas y la firma de tratados comerciales que otorgan grandes beneficios a las empresas transnacionales, han vulnerado la economía de la población.

En las viviendas tradicionales, el espacio ritual ocupa un lugar importante; asimismo, el maíz

A pesar de la pobreza, el espacio ritual y el maíz siguen ocupando un lugar importante al interior del hogar. Fotos: Copevi.

Contra todo, la vida de los pueblos se mantiene y se reproduce gracias a la permanencia de ciertas instituciones familiares y comunitarias. Un ejemplo de ello se refiere a la vivienda, pues no sólo constituye el lugar de residencia sino que es una unidad de producción y consumo; es el espacio de interacción para las actividades de carácter social y ritual. Otro aspecto importante en la organización de estos grupos étnicos se refiere al sistema de cargos, el cual se define como una institución político-religiosa que consiste en una serie de responsabilidades u oficios que, de una u otra forma, cada quien debe aportar a su comunidad.

La experiencia que se narra a continuación es producto de la colaboración entre dos organizaciones: Comunidades Indígenas Unidas por la Defensa del Maíz y Nuestra Cultura (Ciudemac) y el Centro Operacional de Vivienda y Poblamiento (Copevi). Aunque cada una tiene su historia y su identidad propia, se partió de la premisa de que los integrantes de ambas organizaciones vivimos problemáticas y compartimos valores comunes; no solo conjuntamos nuestros esfuerzos, sino también nuestras esperanzas y nuestras ganas de construir alternativas para la transformación de las condiciones de exclusión y despojo que sufre gran parte de la población mexicana.

Ciudemac nació en 2002 en el municipio de Tepetzintla gracias al impulso combinado de la Pastoral Social Indígena y de la organización regional Unidad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona), que se dedicaron previamente a formar a las personas con cargos religiosos (catequistas y fiscales) en temas de derechos humanos, rescate de las raíces culturales, conservación de plantas medicinales y del maíz criollo. Hoy Ciudemac está integrada por más de 500 personas de 17 comunidades, 16 de ellas hablantes del náhuatl y 1 del totonaco, asentadas en 3 municipios: Tepetzintla (11 comunidades), Tetela de Ocampo (2 comunidades) y Zacatlán de las Manzanas (4 comunidades). En estas comunidades se preserva la lengua original, el náhuatl, y se mantiene una cosmovisión de respeto y amor por la tierra, la familia y los semejantes.

Además de su estructura formal como Sociedad de Solidaridad Social (SSS), Ciudemac cuenta con Comités Comunitarios locales que involucran a la gente más participativa de cada comunidad. Aquí el de Tepetzintla. Foto: Copevi.

Además de su estructura formal como Sociedad de Solidaridad Social (SSS), Ciudemac cuenta con Comités Comunitarios que involucran a la gente en distintas tareas. En la imagen, el comité de Tepetzintla. Foto: Copevi.

Por su parte, Copevi se gestó en 1961 como un departamento del Instituto Mexicano de Estudios Sociales (IMES) en el que participaban jóvenes entusiastas por poner en práctica su formación técnica y profesional en proyectos sociales. Desde entonces, aunque ya con una figura asociativa propia, hemos estado comprometido con diversas experiencias de Producción Social del Hábitat, desde procesos habitacionales como Palo Alto, USCOVI o la cooperativa Guerrero, entre muchas otras, hasta experiencias más recientes de mejoramiento barrial en la Ciudad de México.

En este caminar, nos hemos propuesto la construcción de poder en los actores colectivos con los que trabajamos, es decir, la capacidad de ser, pensar y hacer por nosotros mismos; poder ser (identidad), poder pensar (autonomía crítica) y poder actuar (decisión) para transformar lo que nos afecta, enfatizando la acción desde entre sujetos y territorios. Asimismo, tanto en el campo como en la ciudad, hemos decidido avanzar hacia la concreción de lo que denominamos Procesos Territoriales Integrados, mismos que se sustentan en metodologías emanadas de la educación popular, la planeación estratégica participativa con perspectiva de género y la investigación-acción.

ESTRATEGIA Y DESARROLLO DEL PROCESO

El acercamiento de Copevi a la Sierra Norte de Puebla se dio en 2007 a través de la invitación de Servicio, Desarrollo y Paz, A.C. (Sedepac), quien consideró pertinente nuestro apoyo en el fortalecimiento de la Unitona. La instancia de dirección de dicha organización regional nos propuso entonces trabajar con dos organizaciones locales: Ciudemac, con sede en Tepetzintla, y con la Organización Indígena Independiente Ahuacateca (OIIA) del municipio de Ahuacatlán.

Las primeras entrevistas con integrantes de Ciudemac pintaban un escenario complicado. Hacía tiempo que las religiosas se habían retirado de la zona, la organización perseguía un proceso de legalización pero su estructura era débil y aún no era capaz de responder a los cargos que la misma figura organizativa de las Sociedades de Solidaridad Social (SSS) estipula en la Ley: Comité Ejecutivo, Comité Financiero y de Vigilancia, Comisión de Educación y Comisión de Admisión y Separación de Socios. Los miembros de la organización mostraban disposición a trabajar pero no sabían cómo; se detectaba un trabajo por cosas específicas pero sin claridad de un proceso más conciso, que integrara los diferentes esfuerzos. Cabe mencionar que con la OIIA no prosperó la relación, por lo que la Unitona decidió concentrarse con Ciudemac, quien a pesar de sus dificultades presentaba mayor disposición a su proceso de fortalecimiento organizativo.

En enero de 2008 se dio inicio al acompañamiento formal de Copevi a Ciudemac, el cual arrancó con una serie de talleres de Planeación Estratégica Participativa que ayudaron a definir las cinco líneas estratégicas de la organización: 1) Sistemas de producción de los pueblos Náhuatl y Totonaku, 2) Espiritualidad y Cultura, 3) Desarrollo y gestión comunitaria, 4) Derechos de los pueblos indígenas y 5) Fortalecimiento organizativo. En cada una de estas líneas se establecieron acciones específicas, desde la creación de huertos familiares y bolsas de semillas hasta la recuperación de danzas y ritos. Fue en el marco de la estrategia de Desarrollo y gestión comunitaria que Ciudemac, aprovechando la experiencia de Copevi, decidió impulsar una línea de acción de vivienda indígena.

La primera plática formal sobre este tema se dio en enero de 2009, en la reunión mensual de la Ciudemac, en la comunidad de Xochitlaxco, donde asistían aproximadamente 25 personas. En esta ocasión los presentes señalaron que aun cuando el gobierno había entregado algunas casas a la gente, éstas no correspondían a la forma en la que los indígenas tradicionalmente las construían, ni en el sistema constructivo ni en los materiales, pero cuando venían programas así, pues la gente los recibía por la necesidad. El resultado de dicha reunión fue el arranque de la búsqueda de posibles financiamientos para un pequeño proyecto piloto; para ello se requería, por parte de la Ciudemac, la selección de los primeros participantes del proyecto y por parte de Copevi desarrollar un diagnóstico y una propuesta constructiva para vivienda indígena.

¿LA VIVIENDA RURAL CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS?

Aunque la política nacional no contempla la vivienda indígena, existen en cambio dos definiciones de vivienda rural. En el Programa Vivienda Rural de FONHAPO, la población objetivo es la que habita en localidades de alta y muy alta marginación de hasta 5,000 habitantes. Para el Programa Esta es tu casa de la CONAVI, la vivienda rural queda definida como “aquélla que está ubicada en localidades cuya población no exceda de 2,500 habitantes y que no es cabecera municipal”.

Copevi reivindica la categoría de “vivienda indígena” y considera que ésta sólo toma sentido cuando la propia población se asume como tal, identificando las características que mejor se adecuan a su cultura y estilo de vida. La vivienda indígena debe permitir el desarrollo de sus actividades cotidianas de convivencia familiar y comunitaria, la práctica de su espiritualidad y todo lo que respecta a sus tradiciones, a sus actividades productivas y de consumo.

Lamina Urbanismo CC

El desastre de la política de vivienda rural en la Sierra Norte de Puebla. Foto: Isadora Hastings / Cooperación Comunitaria

Desafortunadamente, la atención del gobierno a la vivienda rural queda enmarcada en la “ayuda a familias” y no en el fomento de procesos productivos colectivos y solidarios, como lo son muchas prácticas indígenas basadas en la ayuda mutua. En el sistema actual, las personas en pobreza extrema pueden hacer valer, una vez en su vida, el subsidio para acceder a una casa terminada, construida por empresas privadas que son contratadas por la entidad estatal o municipal. En algunos casos, las familias reciben ayuda para la autoconstrucción en forma de bonos para compra de materiales con el fin de mejorar la vivienda en un terreno propio.

 

En este contexto, Copevi se propuso estudiar a fondo la política de vivienda y los programas públicos relacionados. Se realizaron entrevistas con diversos actores, siendo clave el aporte del arquitecto Enrique Ortiz para dibujar el panorama de la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI), y el de Cristina Almazán, de la organización civil Pobladores, quien lideraba en el vecino estado de Veracruz un proyecto piloto de Producción Social de Vivienda con recursos federales.

Cabe aquí precisar que desde 2006, gracias a la incidencia cruzada de movimientos sociales, académicos y organismos civiles, se había logrado modificar la Ley Federal de Vivienda para incorporar en su artículo cuarto el reconocimiento de la Producción Social de Vivienda (PSV), quedando constitucionalmente definida como aquella forma de producción que “se realiza bajo el control de autoproductores y autoconstructores que operan sin fines de lucro y que se orienta prioritariamente a atender las necesidades habitacionales de la población de bajos ingresos, incluye aquella que se realiza por procedimientos autogestivos y solidarios que dan prioridad al valor de uso de la vivienda por sobre la definición mercantil, mezclando recursos, procedimientos constructivos y tecnologías con base en sus propias necesidades y su capacidad de gestión y toma de decisiones”.

Con este antecedente, varias organizaciones civiles, entre ellas Pobladores, habían logrado cierto reconocimiento por parte de la CONAVI y podían de este modo disputar los presupuestos públicos a las empresas privadas que operaban auténticos desastres en las áreas rurales en complicidad con las autoridades estatales y municipales. Pobladores no sólo estaba dispuesta a compartir su experiencia sino también, gracias a su capacidad administrativa bastante robusta, a canalizar los subsidios del programa federal Esta es tu casa hacia Ciudemac.

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Obra-escuela en la comunidad de Xicalahuatla. Foto: Copevi.

Otro aspecto que alimentó el planteamiento inicial fue el contacto establecido con los arquitectos consultores de Misereor sobre construcción con tierra, Javier Rodríguez y Sandy Minier, para pensar las posibilidades y los beneficios de echar a andar un proyecto de esta naturaleza en la Sierra Norte de Puebla. Más tarde, dicha fundación alemana sería una pieza clave para iniciar el proyecto, ya que financió la producción, en octubre de 2009, de la obra-escuela llamada Masewal tlanichikol kali −casa de encuentro de los indígenas− que sirvió como ejercicio formativo para la construcción de viviendas, y que hasta la fecha sirve como espacio de reuniones para Ciudemac.

Diseño de la vivienda

Cada familia participó en la adaptación del modelo a su propia vivienda. Foto: Copevi

Habiendo decidido el nombre del programa en una reunión en Omitlán −se escogió Masewalme kin chiwa in kaliwa que significa “Los indígenas construyendo sus casas”−, faltaba consolidar la propuesta arquitectónica. En este sentido, Copevi impulsó varios talleres de diseño participativo con integrantes de la Ciudemac, mediante los cuales logramos identificar la tipología de la vivienda indígena de la zona y generar un modelo basado en dos espacios dormitorios, un espacio múltiple con cocina, un tapanco y un pórtico a la entrada de las viviendas. Si bien el modelo es adaptable a cada caso, desde un inicio se acordó mantener los siguientes ejes conceptuales:

  • Construcción de un baño seco. Foto: Copevi

    Ayuda mutua, contabilizada. Foto: Copevi

    Sustentabilidad: utilización de materiales locales e incorporación de baños ecológicos, tanques de captación de agua pluvial y cocinas ahorradoras de leña.

  • Adecuación cultural: incorporación de pórticos como puntos de encuentro familiar y tapancos para resguardar las semillas de maíz; utilización de teja, que resulta el mejor material para la conservación del grano.
  • Rescate de cultura constructiva: empleo de piedra, tierra y madera para rescatar las formas de producción tradicionales y propiciar el comercio local de materiales.
  • Progresividad. La vivienda inicial suma alrededor de 50 metros cuadrados habitables más un módulo sanitario adjunto a la casa. Con el tiempo y gracias a los conocimientos adquiridos en el proceso de autoconstrucción, cada familia aporta modificaciones al diseño o edifica más habitaciones en función de sus necesidades y de acuerdo a los materiales de los que dispone.

Baños secos al exterior de las viviendas. Foto: Copevi

Baños secos al exterior de las viviendas. Foto: Copevi

Trabajando siempre bajo estas premisas, en 2011 se habían construido 255 viviendas y se contaba ya con el aporte de tres técnicos indígenas de Ciudemac (incluyendo una mujer) para animar el proceso y dar seguimiento constructivo. Asimismo, ocho promotores habían sido capacitados para la construcción de sanitarios secos, tanques de captación de agua y estufas ahorradoras de leña.

Fue entonces cuando algunos funcionarios públicos visitaron la Sierra y quedaron convencidos de la viabilidad del modelo financiero propuesto por Copevi. Considerando que muchas familias no contaban con ahorros ni disponían de capacidad de endeudamiento para cumplir con el esquema de acceso a subsidios federales vigente (ahorro + financiamiento + subsidio), lo que proponíamos era cuantificar el aporte real de las familias en mano de obra y recursos naturales propios. Aunque nunca llegó a plasmarse en las reglas de operación de la CONAVI, los funcionarios involucrados aceptaron tácitamente esta concepción de “crédito social” que consiste en crear un compromiso de la familia a corto plazo para aportar en forma de faenas, limpieza de terrenos, realización de terraplenes, extracción de material local, acarreos, elaboración de insumos, lo equivalente a un financiamiento con una entidad crediticia.

Esta modalidad se concibe como una oportunidad de hacer llegar a las familias de escasos ingresos los subsidios federales destinados a vivienda, adecuándolos a las prácticas comunitarias de ayuda mutua. Desde luego, se debe considerar un seguimiento periódico para resolver posibles retrasos e incentivar a los beneficiarios a aportar lo que les correspondía según los tiempos acordados. Al final, las casas construidas bajo esta modalidad representan un menor costo económico y producen mejores resultados que las desarrolladas por empresas privadas. A diferencia de aquellas, este esquema de Producción Social de Vivienda Indígena cuenta con la motivación de la organización local, con un seguimiento y una asesoría técnica especializada, y con una vigilancia constante por parte de los comités comunitarios.

A pesar de los excelentes resultados de Copevi, Ciudemac, Pobladores y muchas otras organizaciones afiliadas a la naciente Red de Productores Sociales de Vivienda, el cambio de administración federal de 2012, esto es el retorno del PRI, implicó la paralización del Programa de Subsidios de la CONAVI, especialmente los recursos destinados a los Desarrolladores Sociales de Vivienda (DSV), es decir, a todas las organizaciones que conforman dicha Red. Ante el absurdo de la situación, se hicieron movilizaciones para abrir la interlocución con el nuevo jefe de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) y con la nueva dirección de CONAVI que ahora desconocía la figura de DSV. Si bien se desatoró el presupuesto por presión política, los recursos fluyeron a cuentagotas: en el caso de Ciudemac, aún con un listado de 180 solicitantes, sólo se concretaron 42 casos en 2012.

En los años siguientes, se fue afianzando en la CONAVI la posición de que sólo a través de crédito formal es posible llegar a construir vivienda. En 2014, la organización Pobladores, organismo que venía siendo nuestro referente financiero, fue retirada del catálogo de entidades ejecutoras. Ante eso, en reunión de la mesa directiva de Ciudemac, se decidió explorar otras vías de acceso con la cooperativa de ahorro Tosepantomin, ubicada en Cuetzalan, Puebla. Las personas interesadas se asociaron a esta organización aliada para obtener un crédito que les permitiera solicitar un subsidio. Formalmente, Copevi quedó como la figura técnica ante CONAVI, mientras que la entidad ejecutora pasaría a ser la Tosepantomin. Con este esquema se hizo  nuevamente un piloto de 16 casas y al fin del 2016 se acumularon más de 600 viviendas para la Ciudemac.

VALORACIÓN

Esta experiencia de Producción Social de Vivienda Indígena ha sido capaz de generar una sinergia con diversos actores sociales para modificar el panorama de la política pública durante un periodo determinado. Con todo y los titubeos de la administración federal, el proyecto logró incluir a personas indígenas campesinas a un modelo de acceso al subsidio para vivienda que en un principio sólo estaba dirigido a quienes tienen capacidad de endeudamiento a mediano plazo. De la mano de Pobladores, Tosepantomin y de toda una red de actores aliados, Copevi y Ciudemac pudieron concretar su concepción de “crédito social” que pasa por el reconocimiento de la capacidad de aporte de los pueblos originarios. Como se ha visto, éstos no sólo disponen de recursos naturales en sus propios terrenos y en zonas comunales, sino que también mantienen prácticas sociales de ayuda mutua que garantizan el buen empleo de los subsidios federales.

Un aspecto a resaltar es la metodología de obra-escuela utilizada al principio del proceso constructivo para poner en iguales condiciones de aprendizaje tanto a los albañiles locales como a los técnicos externos. Este momento sentó las bases del conocimiento de ritos, técnicas de trabajo manual y reflexiones más teóricas que fueron compartidas por todas y todos los presentes en la construcción de una casa, también formó lazos solidarios y allanó distancias en el terreno simbólico: quien viene de fuera no solo viene a enseñar, también aprende y puede convivir y ser parte del colectivo.

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Realizando los acabados del tapanco, una adecuación necesaria para almacenar la cosecha de maíz. Foto: Copevi

El impacto inmediato de estos aprendizajes se refleja en dos aspectos. Por un lado, teniendo ya cierta experiencia en autoconstrucción, las familias tienden a destinar mayores recursos para alcanzar excelentes soluciones de vivienda, con mejores acabados, posibilitando espacios más habitables que redundan en espacios sanos, adecuados para los niños y que les protegen de las fuertes lluvias que caracterizan la región. Por otro lado, las capacidades adquiridas por los promotores indígenas han sido difuminadas hacia diversas comunidades de la Sierra Norte de Puebla e incluso más allá, cuando en 2012, a solicitud de la organización civil Enlace, el equipo técnico de Ciudemac impartió talleres de construcción de vivienda en comunidades indígenas de la mixteca oaxaqueña.

En materia ambiental, el saldo de Masewalme kin chiwa in kaliwa también es positivo. Desde la primera fase del proyecto se incluyó una serie de pláticas sobre la huella ecológica de los materiales industriales y el acaparamiento de los recursos naturales y financieros en manos de unas cuantas empresas. Ante esto, los participantes reflexionaron sobre la cultura constructiva del lugar y rememoraron los beneficios de las casas tradicionales. Así se decidió que el proyecto rescataría la cultura y procuraría no dañar a la Madre Tierra, por lo cual se planteó usar lo menos posible de hierro y cemento para evitar largos traslados, aprovechando en cambio los materiales de cada localidad (piedra, madera y tierra). Al paso del tiempo, éste ha sido el sello del proyecto y la gente le ha devuelto el valor a la teja y al adobe.

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Una alternativa viable para los servicios de saneamiento y acceso al agua ha sido el empleo de ecotecnias como los sanitarios con cámaras de descomposición y tanques de captación de agua de lluvia que se construyeron en 2011. Igualmente, la construcción de estufas ahorradoras permite que las mujeres y niños gocen de mejores condiciones de salud y el consumo de leña se reduzca a una tercera parte en beneficio de los bosques. Fotos: Copevi

En términos económicos, teniendo en cuenta que la Sierra se caracteriza por su topografía accidentada, la gente tuvo que hacer una inversión significativa en tiempo, trabajo y dinero para adecuar terrenos y hacer llegar los materiales. En el proceso se fortalecieron empresas familiares que han desarrollado una pequeña industria en la fabricación de adobes, tejas, extracción de madera, en beneficio de aquellas familias que por algún motivo no tenían posibilidades de autoproducir estos componentes para la vivienda. De igual forma, cada vivienda representó un empleo pagado para un autoconstructor, lo cual permitió evitar que al menos durante ese tiempo el integrante de la familia emigrase de su comunidad en busca de empleo. En síntesis, hubo una derrama económica local.

Asimismo, se ha construido un fondo de ahorro en donde cada familia beneficiaria aporta la cantidad de 80 dólares para realizar acciones que son decididas de forma conjunta, lo cual ha fortalecido el sentido de pertenencia de la organización.

Hacia afuera, si bien la Ciudemac no ha dado el paso a articularse por sí misma a otros movimientos de lucha por el derecho a la vivienda, la experiencia emprendida ha sido un ejemplo a tomar en cuenta por diversos grupo,  ya que Copevi ha propiciado la participación de algunos miembros de la Ciudemac en espacios como las pasantías del movimiento urbano popular, los encuentros nacionales de la Red de Productores Sociales de Vivienda, o la plataforma mesoamericana de construcción con tierra.

En lo comunitario, en cambio, la Ciudemac ha madurado a través de su propio caminar, reflexión y quehacer. En este proceso, el proyecto de vivienda ha sido el principal motivo de que muchos se hayan planteado pertenecer a la organización, primero por la invitación de familiares o vecinos para lograr mejoras concretas en su situación personal; después los comités comunitarios, dependiendo sus formas y habilidades, han logrado colocar en los nuevos integrantes las razones más profundas de la pertenencia a Ciudemac, de pensar juntos en colectivo las ideas que les fortalezcan y les permitan un caminar hacia mejores condiciones de vida.

Desde 2009, Ciudemac organiza las Ferias del Maíz en diversas comunidades de Tepetzintla y en la comunidad de Cuacuila. En 2014 el ayuntamiento de Zacatlán retomó la idea y ahora promueve cada año la Feria Internacional del Maíz.

Ciudemac organiza desde 2009 las Ferias del Maíz en diversas comunidades de Tepetzintla y en la comunidad de Cuacuila. El ayuntamiento de Zacatlán retomó la idea en 2014 y ahora promueve cada año la Feria Internacional del Maíz. Foto: Copevi

Hoy Ciudemac cuenta con una estructura democrática que se apoya en 16 comités comunitarios activos en diversos frentes, desde el monitoreo de obras municipales hasta la celebración de eventos culturales que buscan dignificar las culturas Náhuatl y Totonaca. A la par de la construcción de viviendas, la organización ha emprendido la revalorización de los lugares sagrados como son los cerros y los manantiales, donde los pueblos celebran rituales relacionados con los ciclos de producción alimentaria, ceremonias con las cuales preservan, conservan y fortalecen su identidad étnica, sus lenguas originales, sus vestimentas tradicionales, sus fiestas patronales, en fin todas aquellas actividades que son manifestaciones de sus culturas ancestrales.

Al estar inmersa en un territorio cada vez más codiciado por las industrias extractivas, Ciudemac ha tenido que adquirir habilidades para exigir y defender los derechos de los pueblos originarios. A través de la realización y participación en diversos foros, sus integrantes se informan y denuncian la implementación de megaproyectos o “proyectos de muerte”, como se le ha denominado a la minería a cielo abierto, las represas y los grandes proyectos de infraestructura energética que pretenden atravesar la Sierra.

21 de marzo de 2015. Feria del Maíz en San José Xonotla, convocada por Ciudemac. Foto: Ometoxtli Oktli

21 de marzo de 2015. Feria del Maíz en San José Xonotla, convocada por Ciudemac. Foto: Ometoxtli Oktli

PARA SABER MÁS…

Ana Isabel González, La Producción Social de Vivienda Indígena. Una alternativa para el derecho a la vivienda desde los pueblos originarios, COPEVI, 2010, en línea.

María Luisa Cuenca Morales y Gabriel Ramírez García, Ciudemac y sus andares, Sierra norte de Puebla, COPEVI, 2015, en línea.

Roberto García, Camerino Aparicio y Mauro Castro, “La construcción de autonomía indígena de la Unidad Indígena Totonaca Náhuatl en la Sierra Norte de Puebla”, en Rafael Reygadas y Carlos Zarco (coord.), Autonomía e identidad cultural. Experiencias de desarrollo local en México, CEAAL, México DF, 2005.

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