(Ginebra, 28 de septiembre de 2018). Tras 17 años de largas y arduas negociaciones, los y las campesinas y otras personas que trabajan en las zonas rurales se encuentran a un solo paso de lograr una Declaración de las Naciones Unidas que podría defender y proteger sus derechos a la tierra, las semillas, la biodiversidad, los mercados locales y mucho más.
El viernes 28 de septiembre, en una muestra encomiable de solidaridad y voluntad política, los Estados Miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobaron una resolución relativa a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. La resolución fue aprobada con 33 votos a favor, 11 abstenciones y 3 votos en contra[1].
La Declaración ahora se presentará en la próxima sesión de la Tercera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York en octubre. A partir de ese momento, en noviembre de 2018, la Declaración podrá ser votada y aprobada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas. Una vez aprobada, la Declaración de las Naciones Unidas se convertirá en una poderosa herramienta para que los y las campesinas y las personas que trabajan en las zonas rurales puedan reclamar justicia y políticas nacionales favorables en materia de alimentación, agricultura, semillas y tierras, teniendo en cuenta los intereses de millones de productores de alimentos rurales, sin distinción de género o edad.
Tras un proceso de varias rondas de consultas internacionales, La Vía Campesina —un movimiento mundial de campesinos, pueblos indígenas, pastoralistas y trabajadores migrantes— aprobó en 2008 una Declaración de los Derechos de las Campesinas y Campesinos[1]. Con el apoyo de grupos de la sociedad civil como CETIM y FIAN Internacional, La Vía Campesina presentó esta propuesta en el Consejo de Derechos Humanos en 2008.
“Ha sido un camino largo y duro, pero como campesinas, como personas que han visto la cara más amarga de la pobreza y el olvido, también somos resistentes y nunca damos nuestro brazo a torcer”, señala Elizabeth Mpofu, coordinadora general de La Vía Campesina.
Está claro que actualmente las y los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales no poseen suficientes recursos para hacer frente a la discriminación que sufren y otros desafíos a los que se enfrentan cuando buscan obtener un nivel de vida adecuado y cuando son sometidos a desplazamientos forzados y marginación. No obstante, gracias a esta victoria obtenida en Ginebra, los y las campesinas están un paso más cerca de lograr que sus derechos se reconozcan y protejan. Según Elizabeth, “esto incluye el derecho a la vida y a un nivel de vida adecuado, el derecho a la tierra, a las semillas, a la información, la justicia y la igualdad entre mujeres y hombres”. En su opinión, se trata de un momento decisivo para las luchas campesinas en todos los rincones del planeta. “Hoy, nos encontramos a tan solo un paso de la aceptación por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas”, añade.
La Declaración de las Naciones Unidas puede proporcionar un marco mundial para que las legislaciones y políticas nacionales:
- protejan mejor los derechos de los y las campesinas y mejoren los medios de vida en las zonas rurales;
- refuercen la soberanía alimentaria, la lucha contra el cambio climático y la conservación de la biodiversidad;
- adopten medidas para aplicar reformas agrarias amplias y una mejor protección frente al acaparamiento de tierras;
- realicen el derecho de los y las campesinas a conservar, utilizar, intercambiar y vender sus semillas;
- aseguren precios remunerativos para la producción campesina y los derechos de los trabajadores agrícolas;
- reconozcan los derechos de las campesinas y contribuyan a la justicia social para todas las personas, sin discriminación por razón de origen, nacionalidad, raza, color, ascendencia, sexo, lengua, cultura, estado civil, propiedad, discapacidad, edad, opinión política o de otra índole, religión, lugar de nacimiento o condición económica, social o de otro tipo.
“Si bien todos los Estados Miembros expresaron su compromiso con los derechos humanos para todas las personas, los votos en contra y también las abstenciones son algo pésimo”, afirma Ramona Duminicioiu, de La Vía Campesina Europa. “Los votos en contra y las abstenciones significan que estos países no están por la labor de proteger los derechos humanos de los y las campesinas y las poblaciones rurales. Están en contra de un panorama más amplio: la erradicación de la pobreza, la soberanía alimentaria y el esfuerzo por reducir las desigualdades”, se lamenta Ramona.
“Nuestra campaña por la soberanía alimentaria y la reforma agraria popular en Indonesia ha recibido un impulso importante que hacía mucha falta”, destaca Henry Saragih, presidente de Serikat Petani Indonesia. Indonesia acaba de aprobar un decreto presidencial en apoyo de la reforma agraria que favorece a los campesinos.
“Una vez aprobada la resolución en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, llevaremos el mensaje de la Declaración a las comunidades de nuestro país, y explicaremos su importancia y cómo podría reforzar nuestras luchas contra la privatización, la criminalización y otras amenazas. Cuanto más eduquemos e informemos a nuestras comunidades, más fuertes serán nuestros movimientos. Esto nos permitirá exigir mejores políticas y leyes, que tengan en cuenta las realidades rurales del mundo en desarrollo”, añade Henry.
“En este momento, pese a producir la mayor parte de los alimentos que consumimos, los y las campesinas estamos sometidos a formas extremas de violencia. Aquellos que resisten son asesinados o arrestados. La criminalización de las luchas campesinas debe acabar y esta Declaración es un paso hacia adelante en esa dirección”, afirma Diego, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) de Argentina, CLOC-Vía Campesina.
La aprobación de esta Declaración y el reconocimiento de los derechos que figuran en el instrumento jurídico propuesto pueden contribuir a proteger mejor los derechos de los y las campesinas y mejorar los medios de vida en las zonas rurales a largo plazo y a nivel mundial. Asimismo, esto servirá para colmar las lagunas normativas existentes en la protección, y también permitirá adoptar una visión de futuro con miras a abordar las lagunas emergentes y acabar así con las prácticas discriminatorias al darles más visibilidad y coherencia.